Impyrium by Henry H. Neff

Impyrium by Henry H. Neff

autor:Henry H. Neff
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788424662202
editor: La Galera, SAU Editorial
publicado: 2017-09-08T00:00:00+00:00


CAPÍTULO 7

La rapidez de actuación y una mente despierta resultan

esenciales para un paje. Si, además, el joven es respetuoso,

tiene una figura agradable y se expresa correctamente,

está destinado a destacar en su vocación.

MANUAL DE ETIQUETA PARA SIRVIENTES

media mañana siguiente, Hob estaba sentado frente a Burke y Marlowe, en el despacho de la segunda.

—Bien —dijo Burke—. Lo de anoche ha ido aún mejor de lo que esperaba. Muy bien planeado, señorita Marlowe.

Ella asintió.

—El chico se merece una felicitación. Nuestras fuentes hablan muy bien de él.

—Gracias —dijo Hob, conteniendo un bostezo mientras rechazaba unas pastas que le ofrecían. Había vuelto a Impyria antes del amanecer, con la excusa de recoger algunas pertenencias.

—Cuéntanos tu conversación con Dàme Rascha —le pidió Marlowe.

Hob relató su entrevista con la vye, y su aprensión ante el tamaño e intensidad de esta.

—Quiso saber de dónde venía, cuál había sido mi educación. Me preguntó si sabía leer, si tenía conocimientos de geografía. Busca a alguien que dé clases a Hazel Faeregine sobre los Muirlands; se ve que la princesa no domina mucho el tema.

—¿Y por qué crees que la vye te ha elegido a ti? —preguntó Burke.

—Quizás piense que Su Excelencia preferirá aprender sobre los Muirlands de mano de alguien que ha vivido allí o que tenga su misma edad. O quizás quería alejarme del barón Palantine. También la había insultado a ella.

—Me han dicho que interpretó bien su papel —dijo Burke—. Los hombres públicos con deudas privadas resultan muy útiles.

—Recordaré eso —dijo Hob.

Quizás el barón había hecho lo acordado, pero Hob no dudaba de la sinceridad de su odio por las vyes y los muirlandeses. Sus ojos inyectados en sangre habían sido muy reales. Seguramente le habían elegido por eso.

Hob seguía sorprendido por lo exhaustivo de los planes para la noche anterior. El acertijo, la apuesta del barón, sus insultos de borracho... todo había sido una representación cuidadosamente orquestada. No se había dejado nada al azar: que Lady Silva se dirigiese a Hazel Faeregine, la referencia de pasada a robar sirvientes, ni siquiera la ubicación de Hob justo detrás de la anfitriona, donde la princesa pudiera verle. Incontables pequeños detalles y manipulaciones, todos ellos estudiados para añadir el cebo a un sutil anzuelo.

Y había funcionado.

—Estamos en territorio inexplorado —reflexionó Burke—. Nunca hemos encargado una tarea tan complicada a un novato. Apenas te hemos enseñado a ser un sirviente adecuado, y mucho menos un espía. ¿Crees estar preparado para esto? Sé sincero.

—Depende de cuáles sean mis obligaciones.

—Harás lo que sea que te pida Dàme Rascha —dijo Marlowe, sin rodeos—. ¿Te dio más detalles?

—Tengo que pasar unas cuantas horas a la semana hablando de mi vida en el Noroeste —contestó Hob—. El resto de mis obligaciones las determinarán los sotomayordomos. Sí me dijo que mis clases con Su Excelencia tendrán que mantenerse en secreto.

—Muy bien —dijo Burke—. Cuanto más privados sean vuestros encuentros, mayores posibilidades habrá de que te ganes su confianza.

—Entonces, lo que quieren es que me haga amigo de Su Excelencia —dijo Hob.

—No —replicó Marlowe con firmeza—. Los mehrùn, y los Faeregine mucho menos, no socializan con el servicio.



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